Conflicto | ||
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Nombre: | Gran Guerra Hiérica |
Fecha: | 9ª Generación | |
Lugar: | - | |
Resultado: |
Victoria de las nuevas razas. N'sh queda desterrado. |
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Territorios: | - | |
Combatientes | ||
Nuevas Razas Con los dioses: Y más... |
Viejas Razas Y más... |
La Gran Guerra Hiérica fue un conflicto global que se produjo a finales de la 9ª Generación entre los dioses que defendían a las nuevas razas y los que estaban en contra.
El primer dios que experimentó con la creación de nuevas razas fue Aska, que creó a los Antiguos. Imitando a este, el resto de dioses, solos o en grupo, también empezaron sus creaciones, dando lugar a los humanos, elfos, etc. Pronto, las razas primigenios quedaron en minoría bajo el aluvión de razas nuevas que se crearon.
Esta proliferación de razas enfadó a N'sh y a sus hijos, que creían que esa estúpida obsesión por crear más razas era solo una enorme herejía contra la obra de La Consciencia.
Durante algún tiempo, los agentes de N'sh intentaron acabar con los proyectos de nuevas razas, purgando los planetas donde eran creadas, pero la constante creación de nuevas especies terminó por colapsar las fuerzas de los Drako y N'sh se retiró.
Furioso, el padre de los Drako despertó a La Consciencia para solicitar su apoyo en destruir las nuevas razas que atentaban e insultaban su obra. Pero La Consciencia no consideraba las razas como un insulto a su obra y no escuchó a su hijo.
Más furioso aun, N'sh accedió a las últimas Novas existentes para intentar desgarrar la capa de Materia Oscura que envuelve el universo y permitir así que la Nada entrara en éste y lo destruyera. Para evitarlo, La Consciencia devoró a N'sh y su energía Nova y los encerró en su interior, donde N'sh sufrió en intensa agonía, siendo quemado y sanado una y otra vez.
Lejos de rendirse, los seguidores de N'sh reanudaron sus ataques tras la muerte de su mentor, purgando tantos planetas como les fuera posible. Los propietarios de los planetas amenazados contraatacaron para defender a sus creyentes, iniciando así la guerra de forma oficial.
En aquel tiempo, Único era uno de los dioses más poderosos e influyentes, teniendo bajo su control cientos de planetas. Además, Único había creado una raza que denominaba sierpes y que recordaban a los Drako. Los dioses dragón, dispuestos a dar una lección a sus rivales, atacaron sus planetas y, cuando Único llegó para defenderlos, estos lo destruyeron. El vacío de poder que dejó su desaparición permitió a los dioses dragón extenderse rápidamente y purgar centenares de planetas a su paso.
Conscientes de que rescatar a N'sh era la mejor baza de los dioses dragón, M'ya y N'os escondieron las últimas Novas, que esperaban fuera lo único que pudiera permitir a N'sh escapar. Pero entonces Orsay, un dios repudiado por M'ya, traicionó a sus hermanos y robó algo de energía Nova y se la entregó a Zankum'oh, quién rasgó el vientre de La Consciencia y liberó a N'sh.
Contrariamente a lo que muchos podrían pensar, N'sh no había perdido poder en aquellos siglos de encierro, al contrario, el dios de los dragones había absorbido gran parte de la energía Nova y se había convertido en una entidad mucho más poderosa que cualquier otro dios.
Enloquecido, el que sería llamado Dios Dragón Destructor calcinó y devoró todos los planetas de la esfera interna que habían sido recuperados por las nuevas razas, acabando con millones de vidas en tan solo un suspiro.
El dios Thäun, hijo de N'os intentó detener a N'sh, así que éste lo devoró. Normalmente, la destrucción de un dios es un evento raro pero no definitivo, sus energías se disipan y se tardan milenios de rezos en reconstruirse y en formar un nuevo cuerpo, pero es posible su regreso. No obstante, cuando N'sh devoró a Thäun, también consumió su energía, eliminándolo de la existencia de forma permanente.
Conscientes de que lo que N'sh era capaz de hacer suponía una amenaza real, el resto de dioses se unieron para plantarle cara y detenerlo. Esta vez, no serían los planetas ni las ciudades las que verían el combate. Esta vez, el combate se decidiría en el plano Astral. N'sh y sus dioses dragón se enfrentaron a los dioses de la coalición y lucharon por el control del universo.
Mientras el resto de dioses se peleaban y se destruían entre ellos, Zeros, N'os y M'ya fueron los que plantaron cara al propio N'sh y su increíble poder. Aunque los dioses de la coalición eran muy poderosos, sabían que jamás podrían derrotar a N'sh en combate abierto, por lo que Zeros recurrió a un arma de D'rb: el Escisor de Almas. Mientras N'os y M'ya lo distraían, Zeros separó la esencia del Dios Dragón Destructor en siete fragmentos. Temeroso, N'sh intentó materializarse en el plano Terrenal para huir, pero la energía Nova encerrada en su esencia era demasiado poderosa y rasgó la realidad, dejándolo atrapado en el Antiplano para siempre
Cuando N'sh quedó encerrado, los dioses dragón se rindieron y juraron que respetarían las nuevas razas. Para asegurarse de que nunca volvía a ocurrir algo así, Zeros maldijo la esencia de los Drako, creando un hechizo que podía terminar con la vida de cualquiera de ellos al instante, el Matadragones.
Cómo símbolo de su rendición, los Drako empezaron a cambiar, creando las 7 razas de Dragones mayores y posteriormente un sinfín de Dragones menores.
N'os y M'ya, debilitados tras el combate, comunicaron a los dioses supervivientes que la era de los dioses primigenios llegaba a su fin, que era hora de que sus hijos siguieran adelante, que crearan sus propios hijos y decidieran su propio futuro. Y, como señal de que no pensaban oponerse al cambio, si no ser parte de él, ambos dioses se unieron, creando el primer dios menor: Jaris.
Aquel fue el inicio de una nueva era, que fue bautizada por los supervivientes como la 10ª Generación .